En efecto no tengo argumentos lógicos, ni siquiera improvisados,
para fundamentar este amor, que siento por ti, que surgió misteriosamente
de la nada, que no ha resuelto mágicamente nada, y que milagrosamente,
de a poco con poco y nada, ha mejorado lo peor de mi.
Te amo, con un cuerpo que no piensa, con un corazón que no razona,
con una cabeza que no coordina.