martes, 16 de octubre de 2012


Entonces empezó a caer la prevista primera lluvia del otoño, me levanté de mi cama y fui directa a la ventana. Con solo abrirla entró la fría brisa de la lluvia, esa que te cala los huesos, pero que te da una alegría cuando llevas 3 meses de intenso verano, era hora de descansar de las calurosas temperaturas.
Mientras me asomaba a la ventana, el olor a tierra mojada llegaba a mi nariz, era un momento perfecto, bueno… rectifico, era un momento casi perfecto, solo faltabas tú detrás mía, agarrándome de la cintura oliendo la tierra mojada al igual que yo, justo la misma tierra mojada, en la misma ventana, en el mismo lugar, en el mismo instante, yo con él, él conmigo.
Para que fuera perfecto solo faltabas tú, acercándote a mi oído lentamente y diciéndome te quiero en forma de susurro, y entonces irnos a la cama y dormir abrazados toda la noche, escuchando la misma lluvia, en la misma cama, en el mismo lugar, en el mismo instante, yo con él, él conmigo.